El Kurru fue la primera necrópolis real del reino kushita de Napata (1000 a.C. – 300 a. C.). Situada en la orilla este del río Nilo en el actual estado de Sudán, la necrópolis fue la primera en albergar pirámides nubias. En el 664 a.C., por razones aún desconocidas, el faraón Taharqo trasladó la necrópolis real a Nuri. A día de hoy, el sitio arqueológico de El Kurru está reconocido como patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO.

Las pirámides de El Kurru
Hasta del siglo IX a.C., los nubios fueron enterrados en tumbas tumulares similares a los de Kerma. No obstante, la invasión del territorio nubio por parte de los egipcios y, posteriormente, la invasión de Egipto por parte de los nubios acabarían con esta tradición. Tanto es así, que a mediados del siglo VIII a.C, el rey Piankhi instauró un sistema de enterramiento similar al egipcio. Los túmulos de las tumbas se convirtieron en pirámides.

Pinturas funerarias de El Kurru
El faraón Tanutamani decidió ser enterrado en El Kurru junto a la pirámide de su padre, el faraón Shabako, a pesar de que su tío Taharqo ya había inaugurado la necrópolis de Nuri. En las cámaras funerarias de Tanutamani se han encontrado pinturas en un estado de conservación excelente.





Desgraciadamente, las secciones inferiores de los muros de las cámaras funerarias de El Kurru sufrieron daños irreversibles a causa de los sedimentos depositados por las inundaciones. No obstante, aún se pueden ver representados los diferentes pasos del ritual egipcio que aparece en el libro de la muerte.


Procesión hacia el ritual de pesado del corazón del faraón


